Muerte del hermano

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Alberto describe la muerte de su hermano, quien padecía enfermedad mental, durante un operativo militar.

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Siempre andaban los del ejército detrás de nosotros. Las bases, que así les llamábamos nosotros. Ahí llegaban los operativos, nos destrababan de ahí y nos íbamos a asentar en otro lugar. Así anduvimos, andábamos como que éramos errantes. Pero, bueno, gracias a Dios que todavía estamos contando el cuento. Quedamos ahí algunos, pero algotros que no tuvieron la misma suerte. Porque cuando ese operativo de La Cañada, que nos destrabaron de ahí, no fue la gran cosa que murieron ahí, porque ahí lo más morirían algunos cinco o seis. Ahí quedó un hermano mío, bueno uno, el menor, si ya lo habíamos enterrado allí. Que ese, una vez que se vino aquí, a este pueblo, fue que lo jodieron. Fue a morir en el lomo ahí, subiendo a La Cañada, en el camino.
[¿Por qué fue que le dispararon?]
Es que lo balearon, sí. Le pegaron sus plomazos, unos por aquí así. Lo sacamos, pero no sirvió, porque en el lomo se nos fue a morir, ahí a mitad camino. Al menos ya lo habíamos enterrado ahí. El otro, el mayor de mis hermanos, el más viejo, ese ahí se quedó cuando el operativo, pero ese porque estaba algo chiflado de la cabeza. Cuando venían entrando, yo quise sacarlo, pero él desde antes se había disparado un poco...le hacía a la marihuana, mis papás no se dieron cuenta y cuando vino a acordar, ya estaba algo metido en eso. De eso mismo se quedó algo en la cabeza y ahí, cuando ese operativo, yo quise sacarlo pero no pude porque, pues si, varias veces lo vi estaba muy agresivo...Él lo que hacía se metía, como digamos en esta casita, era más pequeña, casas de adobe. Él lo que hacía, se metía así a la esquina, adentro de la casa, y se paraba aquí. Los aviones arriba ametrallándome y él como que nada. En eso, yo estaba cubriéndome ahí en un tatú con mi esposa, que estaba embarazada como le digo, cuando pasa una que en ese momento era cuñada mía, también embarazada. Ella me dijo: "¿qué estás haciendo ahí? Ahí vienen ya los...el Atlacat. Ahí, como a lo muy lejos una cuadra. Ahí vienen ya," me dijo. "Ah, entonces andate vos", le dije yo a la señora, "andate vos con ella, con Maribel. Yo voy detrás de ustedes, los alcanzo. Voy a ver y saco a mi hermano." ¡Qué puchica! Me meto yo a ver a aquel. Así estaba, y así todas las tejas quebradas donde escarbaban, donde caían los disparos de los helicópteros y aviones que andaban ametrallando. Entonces, pero como aquel no razonaba, yo lo agarré de las manos como en tres ocasiones. Lo sacaba como quien dice al patio, y así como hay al final de este corredor le hacía un cerco de piedra así, para entrar. Yo lo que hacía era lo sacaba a la fuerza, hasta devanandome con el por querermelo llevar. Me tiraba al suelo, pero yo pendiente, que ya miraba que asomaban los soldados así también ahí. Se me volvía a zafar y a dar siempre a la misma esquina allá, pero tres veces lo saqué así. Pues no, dije yo, entonces y cómo? Yo ya sentía que asomaban ahí, entonces mí también me hubieran fregado ahí. "Pues no, hermanito", le dije. "Dios que te socorra, porque no me queda de otra". ¿Qué más podía hacer?