Inteligencia militar y el Libro amarillo

«Conozcan a sus enemigos»: Cómo se utilizó el Libro amarillo

El Libro amarillo es un producto de espionaje, un conjunto de información ingresada en una base de datos centralizada y mantenida por la sección de inteligencia C-II del Ejército. Entre las unidades que probablemente contribuyeron a su elaboración estaban las divisiones de inteligencia de la Fuerza Aérea, la Policía Nacional, la Guardia Nacional y la Policía de la Hacienda, así como diversos niveles del servicio secreto dentro de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas (como las secciones S-II que funcionaban a nivel de zona militar, brigada y batallón). Una nota escrita a mano en la portada indica: “Que lo usen. Sacar fotocopias de las fotografías y ponerlo en boletinero para que conozcan a sus enemigos”.

La nota introductoria del Libro amarillo, titulada «Formato y codificación», es un esquema de la organización del informe; explica que tiene el propósito de identificar los objetivos por unidades militares en el campo, estandarizar la forma en que la información sobre los sospechosos se comunicaría por radio y teléfono, y centralizar la recolección de datos sobre sospechosos no identificados por inteligencia militar, la sección C-II del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA). La «Fase C» de la lista (individuos no identificados o identificados por seudónimo únicamente) se incluye «a efecto de que cualquier unidad, que logre obtener información sobre cualquier individuo de estos, lo haga llegar al C-II del EMCFA, para la correspondiente aplicación». La estructura del libro, prosigue la introducción, «facilita la presentación de las fotografías de los sujetos, sin dar información/nombres», lo que sugiere que el libro puede haber sido usado durante los interrogatorios. A pesar de estos lineamientos, se desconoce aún exactamente cómo se usó el Libro amarillo en el campo.

Más sobre el contenido del Libro amarillo

Notablemente, la portada del Libro amarillo tiene notas con referencia a «COMANDANCIA» y «ARCHIVO D-II”. «D-II» es probablemente una referencia anacrónica a la estructura organizativa «departamental» dentro del EMCFA, y que fue cambiada en la década de 1980 por el modelo «conjunto» con la designación equivalente «C-II».[i]

El siguiente diagrama es una ilustración simplificada de la estructura organizativa de las fuerzas de seguridad salvadoreñas durante los últimos años de la década de 1980, según la investigación publicada en 1992 por la ONG Salvadoreña-Americana El Rescate. Se resaltan las entidades mencionadas directamente en el Libro amarillo. En el nivel de Zona, cada brigada tendría una sección de inteligencia (designada «S-II»). Las brigadas coordinarían acciones directamente con la policía por medio de canales alternativos de comunicación.

Estructura organizativa de las fuerzas de seguridad de El Salvador

En una entrevista realizada en 1987 el ex director de C-II, Coronel Juan Orlando Zepeda, describió detalladamente la estructura de la Sección de Inteligencia de las Fuerzas Armadas.[ii] Según Zepeda, C-II contenía varios grupo de tareas, incluyendo Lista de inteligencia, Análisis inmediato y grupos de Intercepción de señales técnicas, así como un grupo general de contraespionaje y una sección de operativos compuesta por una unidad de análisis de documentos y una unidad para procedimientos de interrogación. El Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada daba instrucciones para la movilización de los grupos del C-II.

El énfasis del Libro amarillo sobre el uso de servicios de información para identificar no sólo a combatientes guerrilleros sino también a civiles «enemigos» corresponde con los hallazgos de investigaciones de derechos humanos realizados a lo largo de varios años. El Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador (CV), De la locura a la esperanza: La guerra de 12 años en El Salvador, por ejemplo, indicó que desde la década de 1960 los «organismos [de seguridad nacional] sirvieron para consolidar una época de hegemonía militar en El Salvador, sembrando en forma selectiva el terror a supuestos subversivos identificados por los servicios de inteligencia. Se consolidó así la dominación del ejército sobre la sociedad civil a través de la represión para mantener el control de la sociedad» (p. 140). La comisión pidió con insistencia la reforma de las agencias salvadoreñas de inteligencia como parte del proceso de posguerra de paz y reconciliación.

El informe de la CV concluyó que: «Es de especial importancia llamar la atención sobre el abuso reiterado cometido por los servicios de inteligencia de las fuerzas de seguridad y de la Fuerza Armada. Es altamente necesario para el futuro de El Salvador, que el estado ponga atención al uso del servicio de inteligencia y la explotación de este brazo del gobierno para identificar personas para matarlas o desaparecerlas. Una investigación debe llevar tanto a un saneamiento institucional del servicio de inteligencia como a la identificación de los responsables de esta práctica aberrante» (p.144).

La Comisión de la Verdad de la ONU identificó la inteligencia militar con la proliferación de actividades de los escuadrones de la muerte. Según el informe de la CV de la ONU, «En muchas unidades de la Fuerza Armada, la sección de inteligencia (S-II) organizó su funcionamiento utilizando la modalidad de los escuadrones. Las operaciones eran realizadas por miembros de la Fuerza Armada, usualmente vestidos de civil, sin insignias, y en vehículos sin identificación alguna.»

Las operaciones de los escuadrones de la muerte también se realizaban a nivel nacional: «La sección de inteligencia estaba compuesta por otras subdivisiones como Operaciones e Inteligencia. Dentro de la subdivisión Inteligencia existía un grupo más reducido a cargo del ‘trabajo sucio’, que se especializaba en interrogaciones, tortura y ejecuciones.» Asimismo, según el informe, dentro de la Sección de asuntos civiles, la Fuerza Armada mantenía «un aparato secreto y clandestino de seguimiento de inteligencia sobre objetivos políticos civiles, […] que recibía información de las S-II de cada unidad militar o de los cuerpos de seguridad. El objetivo de esta estructura era obtener los insumos de información para la preparación de planes de acción directa que incluían la ‘eliminación’ de individuos. Estos planes, en algunos casos, eran transmitidos como órdenes efectivas a unidades operativas en los distintos cuerpos de seguridad o la propia Fuerza Armada.»[iii]

Las personas nombradas en el Libro amarillo fueron también objetivos de los escuadrones de la muerte. Por ejemplo, un comunicado de 1980 firmado por “Ejército Secreto Anticomunista”, una coalición de siete grupos terroristas de extrema derecha, hizo circular una “lista negra” de más de 200 nombres, de los cuales por lo menos 32 figuran en el Libro amarillo.

ListaNegra

La huella de los Estados Unidos

Durante la guerra, Estados Unidos proporcionó asistencia para las medidas de contrainsurgencia de El Salvador; para 1992 el monto llegaba a un total de unos $5 mil millones. La asistencia incluyó millones de dólares para operaciones de inteligencia. Si bien no hay pruebas directas que indiquen que los EE. UU. estuvo involucrado en la creación del Libro amarillo, el amplio apoyo material y operativo suministrado por los EE. UU. a los servicios de inteligencia salvadoreños corresponde con algunos de los temas centrales del Libro amarillo.

El programa de seguridad de los Estados Unidos fue ideado por el Brigadier General Fred Woerner, líder del equipo miltar estadounidense que en 1981 fue a El Salvador a evaluar, para la nueva administración de Reagan, la estrategia de guerra del gobierno del país centroamericano. El informe generado en noviembre de ese año proponía una inyección masiva de asistencia militar estadounidense para ayudar a las fuerzas de seguridad salvadoreñas, en lo que el informe llamó una «victoria estratégica».

Una de las preocupaciones principales del equipo de Woerner era la escasa capacidad de inteligencia de las fuerzas armadas: «La ausencia de información adecuada y de la consecuente falta de comprensión de la capacidad y las intenciones del enemigo [son] un factor particularmente limitante.» [iv] Para remediar los fallos del servicio secreto salvadoreño, el equipo de Woerner recomendó capacitación en inteligencia, un equipo dedicado a actividades de espionaje y la creación de una red de comunicaciones para fines de información.

Para separar a los insurgentes de su base en el pueblo salvadoreño e identificar a militantes que los apoyaban, Woerner recomendó crear «medidas de control de la población». El Informe Woerner proponía el establecimiento de un registro nacional y un nuevo documento de identidad nacional que sería mantenido en un archivo central con fotografía y huellas digitales; también recomendaba que las fuerzas armadas «publiquen y mantengan listas negras con fotos de todos los insurgentes conocidos y sus seudónimos en los puntos de entrada y salida, cruces de fronteras y puntos de chequeo internos». [v]

Informe Woerner pag. 163: Métodos de Control de la Población

En los años siguientes a la evaluación del equipo de Woerner, la asistencia en seguridad de los Estados Unidos subió vertiginosamente y contempló ayuda para todos los aspectos del aparato de inteligencia salvadoreño. Mientras la Dirección de Inteligencia Nacional recibía ayuda externa de la CIA, el C-II colaboraba estrechamente con el Grupo Militar de los EE. UU. (USMILGP) y el Equipo Conjunto de Inteligencia para Centroamérica (CAJIT), según su director, el Coronel Juan Orlando Zepeda. [vi]

Creada por la Defense Intelligence Agency (DIA) de los EE. UU. en 1983, CAJIT era un «centro de fusión» de inteligencia de casi 100 analistas militares y de inteligencia estadounidenses —incluyendo oficiales de la CIA y la National Security Agency— que trabajaban en el Pentágono para proporcionar información estratégica y táctica al Comando Sur de los EE. UU. en Panamá y a los aliados de los EE. UU. en la región. [vii] Según la descripción en la historia interna de la DIA de 2011, CAJIT «usó poderosas bases de datos y tecnología de comunicaciones mejorada para analizar y diseminar rápidamente inteligencia usada por Estados Unidos para apoyar a las fuerzas armadas salvadoreñas para mejorar las operaciones contra los insurgentes». [viii]

Más sobre el papel de los EE. UU en El Salvador

La asistencia estadounidense para el servicio de inteligencia militar salvadoreño a través de CAJIT y MILGP se centró principalmente en mejorar la recolección de información humana («HUMINT»), especialmente a nivel de brigadas, según el Coronel James J. Steele, comandante del Grupo Militar a mediados de la década de 1980. «En una insurgencia, el enfoque debe estar sobre los aspectos humanos», dijo en una entrevista en 1986. «Esto significa tener redes de agentes. Significa lograr que la gente te hable.» De particular importancia, añadió Steele, era identificar por nombre a los insurgentes. «Haces trabajo de campo y averiguas que en el sector a donde vas a entrar puede haber unos 50 guerrilleros. Sabes que son 50 porque tienes sus nombres, la jerarquía militar, sabes cómo están equipados, etc. Así es mucho más fácil entrar y hacer lo que hay que hacer.» [ix]

Listas de inteligencia militar en las Américas

El Libro amarillo representa la práctica, común entre las fuerzas armadas de América Latina durante la guerra fría, de recopilar listas de insurgentes y civiles sospechosos de apoyarlos. Los servicios de inteligencia militar y policial usaban las listas para rastrear a enemigos del estado y a menudo detenerlos, desaparecerlos o asesinarlos. Las listas eran también una forma de mantener registros y mantener control sobre los sospechosos de subversión —fueran ellos seleccionados para captura o ya detenidos o muertos.

El infame Diario Militar de Guatemala, por ejemplo, contiene dos listas recopiladas por una unidad de inteligencia del ejército de Guatemala a mediados de la década de 1980 que comparte algunas de las características del Libro amarillo. Una lista es el registro interno de carpetas de inteligencia para 164 personas, organizadas por número, nombre en orden alfabético y seudónimo. Además de cumplir una función similar —proporcionar a las autoridades un sistema de clasificación de los datos obtenidos sobre los subversivos identificados— los registros guatemalteco y salvadoreño también usan una similar diagramación y uso de letras mayúsculas:

Del Diario Militar:

Diario Militar excerpt: Amancio Samuel Villatoro

Del Libro amarillo:

Yellow Book excerpt: C95 Coto Vega, Marco Antonio

El Diario Militar contiene un segundo registro de presuntos militantes, con elementos similares a los encontrados en el Libro amarillo. Más que una simple lista, el registro contiene entradas breves sobre la captura y (en la mayoría de los casos) desaparición de 183 personas supuestamente ligadas a la guerrilla. Cada entrada tiene información de identificación (nombres, seudónimos), fecha y circunstancias de la captura, y una segunda fecha que indica lo que le sucedió (ejecución, entrega a otra unidad de inteligencia para detención e interrogación, o liberación).

Al igual que el Libro amarillo, el Diario Militar contiene fotografías de las víctimas obtenidas de tarjetas de identificación personal (carnet municipal, licencia de conducir, carnet universitario) e insertadas en el libro; se desconoce si fueron insertadas para propósitos de identificación o como prueba de captura. Al igual que el Libro amarillo, el Diario Militar identifica a los militantes por su facción dentro del movimiento revolucionario y hace mención de viajes a países comunistas. Tal como el Libro amarillo, el Diario Militar fue el producto de inteligencia militar que parece haber servido un doble propósito: como registro de subversivos ya «procesados» (es decir, cuya suerte ya había sido determinada por las autoridades y ejecutada), y como documento de trabajo de inteligencia que era constantemente consultado, enmendado, actualizado y corregido (a menudo con notas escritas a mano) a medida que llegaba nueva información sobre las redes guerrilleras bajo vigilancia.

Diario Militar excerpt: Amancio Samuel Villatoro

En años recientes se han identificado los restos de cinco víctimas de desapariciones registradas en el Diario Militar, entre ellos los de Amancio Samuel Villatoro (en la foto). Los cadáveres fueron hallados en exhumaciones hechas por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) en una antigua base militar.

Otros documentos de inteligencia recopilados por servicios militares de contrainsurgencia latinoamericanos, como registros de Uruguay, Argentina y Colombia, recogidos en el National Security Archive tienen características similares a las del Libro amarillo salvadoreño. En conjunto constituyen una poderosa prueba de que el Libro amarillo fue el producto de un modus operandi compartido por instituciones de inteligencia militar en las Américas durante la guerra fría.

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Notas

[i] Brian J. Bosch, The Salvadoran Officer Corps and the Final Offensive of 1981, (Jefferson, NC: MacFarland & Company, Inc., Publishers, 1999), 78-79. Bosch, el ex Agregado de Defensa estadounidense en El Salvador, describe una etapa temprana de esta transición con el establecimiento del Centro de Operaciones Conjuntas de la Fuerza Armada (COFCA) en 1980; afirma que, de los departamentos del personal general, el D-II “aprovechó el COFCA al máximo en enero de 1981”. No obstante, Bosch no se explaya ni da la fecha de la transición del nombre “D-II” a “C-II”.

[ii] Max H. Manwaring and Court Prisk, ed., El Salvador at War: An Oral History of Conflict from the 1979 Insurrection to the Present, (Washington, DC: National Defense University Press, 1988), pp. 312-13. El Coronel Zepeda fue el jefe de C-II en 1985-87, y fue entrevistado el 22 de enero de 1987. En 1992, el informe de la CV de la ONU lo identificó como uno de los oficiales militares de alto rango que ordenaron el asesinato de sacerdotes jesuitas.

[iii] Op. cit. UNTC, IV. Cases and Patterns of Violence, D. Death squad assassinations, 2. The Death Squad Pattern, pp. 128-9 en un mensaje publicado por U.S. Institute for Peace. http://www.usip.org/sites/default/files/file/ElSalvador-Report.pdf

[iv] Brigadier General Fred F. Woerner, Report of the El Salvador Military Strategy Assistance Team (versión preliminar), Department of Defense, noviembre de 1981, p. 17. http://www.dod.mil/pubs/foi/International_security_affairs/latinAmerica/460.pdf

[v] Ibid, p. 163

[vi] Op. cit. Manwaring and Court, p. 311.

[vii] Charles Francis Scanlon, In Defense of the Nation: DIA at Forty Years (Washington, DC: Government Printing Office, 2002), 141. Citado en James D. Marchio, The Evolution and Relevance of Joint Intelligence Centers: Support to Military Operations, Apr 15, 2007 (See CIA Center for the Study of Intelligence, https://www.cia.gov/library/center-for-the-study-of-intelligence/csi-publications/csi-studies/studies/vol49no1/html_files/the_evolution_6.html)

[viii] DIA, History: 50 Years of Excellence in Defense of the Nation, (Washington, DC: Defense Intelligence Agency, Historical Research Support Branch, 2011), p. 30. http://www.dtic.mil/dtic/tr/fulltext/u2/a536892.pdf

[ix] Op. cit. Manwaring and Prisk, pp. 314-16. El Coronel James J. Steele fue comandante de USMILGP en 1984-86. Fue entrevistado entre el 5 y el 10 de octubre de 1986 y el 5 de noviembre de 1986.