Edith rememora su experiencia durante la Guinda de Mayo cuando era niña, y describe lo difícil que fue encontrar comida y ver a tantos heridos alrededor de ella.
- Capítulos:
- Capítulo 3: Los años de las guindas
- Testimoniante:
- Edith
Transcription
Y ahí teníamos que pasar y teníamos que pasar, entonces era...como al mediodía fue eso. Hay gente que se murió ahogada porque el gran sol, fíjese. Y cuando se empezó esa gran balacera, nosotros solo corrimos, mi papá, mi mamá, mi hermanita chiquita y yo y una señora que se llama Virna. Este, nos sentamos mire, nos sentamos...nos fuimos y nos sentamos en un baldecito y dijo: —no hablen nada, —dijo mi mamá. Mire la señora que polvo le echaba la boca, de reseca, de un charco le echamos un poquito de agua, mire, para revivirla, entonces, pues si porque reseca, reseca, y nos escondimos. Cuando han pasado los soldados, pero cerquita de nosotros, usted. Así de cerquita, y ellos iban gritando: —¡Compas! ¡Compas! —para que uno contestara y ahí matarlo. Entonces, ahí nos hemos quedado, en esa como quebradita para mientras se hacía de noche. Y cuando, cuando se hizo de noche empezamos a caminar y caminar, caímos a Gualcinga, a un río. En eso, cuando caímos Gualcinga, estaba uno titiritando, —trrrrrr trrr —, así le hacía, muriéndose, con todas las - adentro de una pocita - con todas las tripas de afuera. Yo vi y me acuerdo mire, era como colocho, medio blanco era él; entonces...y le dijo, se le acercó mi mamá y le dijo, ella vio que las tripas flotando - y le dijo: —Compa.
—No yo soy soldado, —le dijo.
Entonces dijo mi mamá: —Ay, que se quede, vámonos —dijo, y empezamos a caminar.
Mire, ahí en esa quebrada habían pucho...tanates de todo porte y gente muerta también, porque nosotros, los muertos así tirados, y nosotros encima pasábamos y caminamos, caminamos. Allá llegando a...no, ese no era el río Gualcinga si no que era otra quebradita...cuando ya íbamos a llegar al mero Gualcinga, había una señora, mire, había una luna como el día, entonces y ella, íbamos caminando nosotros, y fíjese que un soldado arriba llorando puro niño, para y que fueran a rescatarlo. Entonces, cuando íbamos por la quebrada, oímos que dijo: —Compa María, compa María, —entonces dijo mi mamá: —aquí hay alguien. —Y nos vamos acercando, una señora, bien, aquí el gran hoyo, quebrado, quebrado, y ella lo que había hecho era quitarse el delantal y maneárselo, y le dijo mi mamá: —No se preocupe, ya la mando a recoger.
Y hemos llegado al Gualcinga, cuando venían unos compas de la columna de Saúl, el hermano, el hijo de esta Berta, y entonces le dijo: —Saúl, —le dijo, —vaya con unos compas a recoger a una señora, váyase, váyase recto que a hallarla van.
Entonces, cabal vinieron y la recogieron y se la llevaron en hamaca. Y así fue como llegamos Chichilco. Pero estando en Chichilco, yo creo que nos dieron de vuelta que llagamos hasta allá, es que esa guinda, anduvimos, para decirle que a mí, sangre me echaban los pies, si yo no podía caminar porque la pura sangraza me echaba. Ese día yo me acuerdo que nos unimos a un hospital, y mi mamá como los heridos, los quebrados que ya estaban sanos pues pero que no podían caminar, les ponían caballo. Entonces yo me acuerdo que mi mamá me pidió ride en un caballo. Entonces, yo subí en ese caballo, pero los pies hinchados, pelados, la viva carne, y no sé quién le regaló a mi mamá cebo, mire, de res, y con eso me sano. Y llegamos allá al...adelante de Ojos de Agua, y ahí, no comimos otra cosa, que fueron...lo único que consiguieron para comer fueron tapas de dulce, y eso comíamos, tapas de dulce con agua en la quebradas y nos agarró una diarrea, jajaja. Pero la verdad...