Juana describe las dificultades que vivió durante la guinda para encontrar comida y permanecer con vida.
- Capítulos:
- Capítulo 3: Los años de las guindas
- Testimoniante:
- Juana
Transcription
[En estas huidas también habían necesidades de alimentación, de medicina.]
Eso casi no se buscaba porque no lo cargábamos, podía ser que andaba una persona con un botiquín de primeros auxilios pero no era lo suficiente porque lo mucho que se podía hacer si era un niño, si era un dolor, mascaban una hierba, eso le daban para los dolores de estómago o algo. Era lo que se comía en ese caminar, lo mucho cuando antes de que el enemigo tal vez de que uno tenía, maicillo crudo solo mojado, eso comían los niños a como diera lugar, y si era un bebé de brazos que ya comía, mascar con sus dientes uno y darle esa bebida a los niños, eso era cochino, no podíamos hacer mas. Eso se hacía, entonces como le digo esa es una trayectoria, pues mire de allí ya fue cuando la gente que se subió de ese cascajal vino al fracaso aquí por la zona de Los Alvarenga, ellos no pudieron cruzar, unos cruzaron, otros ahí quedaron en ese cruce de fuego. Ahí los estaban esperando y ahí murieron, entonces nosotros logramos defendernos, quedar en ese lugar, luego regresar por la brecha donde habíamos bajado y hemos agarrado Guayanpoque arriba. Hasta ciertas cuevas que yo me acuerdo que yo ya andaba enferma, mi mamá, y ahí nos metimos en una cueva al amanecer de Guayanpoque en el mero río y decíamos nosotros “bueno mi esposo se perdió" le decía yo a mi mamá, "qué se hizo, qué se hizo?” Pero él andaba vigilando las alturas a ver a donde andaba el enemigo. A esto como de las seis de la tarde dijo él: “vámonos de aquí, que el enemigo ya se retiró. Vámonos,” nos hemos subido un tantito arriba de donde nosotros estábamos, ahí habían más o menos a valoradamente, los que yo alcancé a grueso modo mirar, quizás fueron como unas cinco personas, no conociéndoles el nombre, solo sabía que dentro de ellos andaban de la RN, de la FPL, y pues sí, y nosotros tuvimos que pasar allí y camino, más adelante en un plan que se le llamaba La Junta, otra gran matazón, y nosotros así seguimos caminando hasta llegar a una casa prendida en llamas, adonde la habían quemado los militares antes de salir. Allí llegamos nosotros, ahí hallamos un poquito de frijoles, y en un pedazo de sartén de cántaro, sancoché yo esos tres frijolitos para darles a los cipotes en las mismas brasas que habían quedado de la casa que se quemaba.