Hermelinda recuerda haber perdido a sus hijas y a otros familiares cercanos durante la Guinda de Mayo.
- Capítulos:
- Capítulo 3: Los años de las guindas
- Testimoniante:
- Hermelinda
Transcription
También me comentaba que usted estuvo en La Guinda de Mayo.
Sí.
¿Nos puede comentar un poco?
Pues esa noche que nos avisaron que venían los operativos, como había un responsable de la gente, que cuando había una cosa de esa, le avisaban a la gente que se alistaran y había que salir. Pues esa noche así fue, en la tarde nos avisaron de que había que salir, que venían unos operativos y salimos a esconder algunas cosas y algotras que las carga uno; lo más necesario lo andaba cargando como ropita, alguna cobijita para los niños, algún hilito. Salimos así caminando de Patamera a Los Albertos, por ahí un montón de caseríos y para allá cantones. Y así fue que estuvimos una noche en Los Albertos, pero que solo en la noche caminaba uno verdad, en el día lo refugiaban debajo de los palos o en lugar de que no fueran a verlo a uno que anduviera en movimiento para arriba y para abajo, porque llegaban los de Orden, nos podían ver, o algún avión también, la avispita cruzaba, un helicóptero que le decían “la avispita”, y así fue como llegamos a Los Amates, toda esa noche caminando y caminando, llegamos casi amaneciendo a Los Amates, pasamos el río, estaba todavía pacho que no había llovido. Cuando veníamos de revuelta sí. El día siguiente las gentes ahí, los compas que les decían, aliñaron una vaquita para darle carne a la gente que comiera, porque no habían comido, no había qué comer, y la gente asando sus pedacitos de carne y yendo como a una hora de las doce, en delante dijeron que había que salir a caminar otra vez. Ya fue cuando hubieron unos disparos, y esos disparos venía el ejército, buscando a encontrar a la gente, y así fue que esa vez hubo un deschongue que hubo ahí. Unos salieron para un lado, otros para otro, pero ahí se botó todo lo que cargábamos. Unos botaban las cosas que cargaban de comer, las cebaderas, mochilas con algún poquito de azúcar con harina, y ya los que pasamos los días de la guinda que andábamos en el monte, no teníamos que comer, solo agua y agua no más. Y así era que, todas las noches nos sacaban a caminar, que querían pasar de un lugar a otro; pero de repente habían retenes en las calles que no podía pasar uno, le daban de regreso al mismo lugar. Porque esa noche que nos trajeron de vuelta a un lugar de El Rincón, ahí pasamos todo el día, ya en la noche otra vez nos volvían a mover la gente, a caminar, ya cuando pasamos, subimos a un lugar de que le dicen Los Alvarenga, ahí tuvimos un rato de la mañana y como la gente del hambre que cargaba, fueron consiguiendo caragos, ahí habían una finquita que había piñas, cañas, y todos eso, pelando y comiendo, y la gente algunos los vieron y ya después anduvo el helicóptero rumbando encima de toda la gente. De ahí salimos de abajo ya tipo como tipo diez de la mañana, a pasar, a cruzar la calle, la que va para Chalatenango. Ya habían soldados por todos los cerros, caminando uno como desde las dos, de la una, se oía el gran tiroteo y teníamos que pasar ahí donde estaba esa balacera, y ahí fue donde pasamos que murieron las niñas, ahí quedaron ahí heridas.
¿Cuáles niñas?
Las mías, la suegra, una cuñada y un cuñado, ahí quedaron en ese cerrito, cerrito que pasamos ahí donde estaba la balacera, y uno pues que mirara que cayera, cómo se iba a regresar a juntarlo, porque ahí con la balacera tenía que caminar adelante. Esa vez fue triste. Hay gente que la mayoría de familias quedaron perdidas en el monte.