Trinidad reflexiona sobre la necesidad de hacer memoria, y de transmitir la historia de sobrevivencia para evitar que el pasado se repita.
- Testimoniante:
- Trinidad
Transcription
Para usted, niña Trinidad, ¿por qué es importante que no se olviden estas cosas? ¿Por qué es importante compartirlas?
Mire, lo primero: que viene una juventud, y nosotros nos vamos a morir. Quiérase o no, ya vamos para adultos, ya no somos unos adolescentes. Si la historia esta se olvida, se repite, y lo que no queremos es que se repita. El que no dio un hijo en la guerra no sabe ni qué es guerra; el que no dio un paso en la guerra no sabe qué es guerra; el que no aguantó hambre catorce días, quince días, siete días, ocho días, no sabe de guerra. Por eso me da cólera y sí se me hierve la sangre cuando otra gente dice: "Va a haber guerra". ¿Por qué? Porque no lo han vivido palmo a palmo. Si la hubieran vivido no hablaran de guerra. Porque yo digo: si viene otra guerra, yo no la espero; yo me voy para Guatemala o para otro país, pero no la espero aquí en El Salvador, porque ya la viví, ya aguanté hambre catorce días para la guinda de mayo. ¿Y para qué más guerra? Cuántos mártires no hubieron…que hallamos...y los heridos…
Eso no se los conté en topadas no más de la guerra, porque no me acordaba, pero hoy se me sale. Los heridos, se pelaron el lomo los compas, cargando los heridos y quedaban al haz de un palo o al haz de una parra de bambú y esos se murieron. Se murieron de hambre o los capturó el enemigo, eso no se sabe, porque esos quedaron abandonados. Pero era doloroso cuando usted iba en un camino agarrado del cincho del pantalón del otro compañero. En los doce años de guerra yo no viví con falda, yo viví con pantalón y dormíamos con zapatos. Dormíamos así, ¡esperando al enemigo!
Nada que íbamos a dormir a pierna suelta o a roncar, ¡no! Sabíamos que teníamos un enemigo enfrente.