Carlota recuerda las difíciles condiciones económicas en las que sobrevivía Arcatao durante la guerra.
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Mire aquí la vida era…era triste, porque aquí no se hallaba qué hacer, ¿qué iba a comer uno? Aquí si…o sea los hombres hacían su pedacito de milpa, pero les tocaba ver como se hacía para ir pasando. Nosotros habían vez que, una hacía sopita de monte hacíamos para una comida. ¿Y ya para la otra? Teníamos que ver qué es lo que se hacía para no amanecer sin nada en el estómago. Ya, una vez mi esposo hizo un frijolar, no le nació ni uno, ni un frijol. Y entonces, ahí entonces aguantábamos hambre uno.