Por Sergio Arauz, publicación original en El Faro, 28 de octubre 2014.
Con reportes de Fátima Peña. Traducción oficial hecha por Phil Neff para Oraciones Incompletas.
A inicios de la guerra civil, miles de niños sobrevivientes de operativos militares eran llevados a lugares donde los recogían abogados que tramitaban sus papeles para emigrar de El Salvador. Les cambiaban la identidad y los arrebataban a sus familias. En estas operaciones participaron abogados con contactos en el ejército y en centros de adopción en el extranjero que fueron señalados como parte del mercado negro internacional.
Los niños exportados
Durante dos meses, Douglas Romero vivió como un niño estadounidense. Blanquito, regordete y chapudo, tenía un poco más de un año cuando salió de El Salvador. Antes, pasó por una cadena de brazos desconocidos que lo alejaron de las manos campesinas de su padre, un sobreviviente que no vio cumplirse su esperanza de morir en la masacre de Tenango, Cuscatlán. Mientras Douglas engordaba en la casa de una familia estadounidense, su papá, Andrés Romero, resistía la tortura en las bartolinas de la Policía de Hacienda.